jueves, 17 de diciembre de 2015

Chico y Rita

¿Quién ha dicho que la animación es cosa de niños? Fernando Trueba, Javier Mariscal y Tono Errando nos traen esta maravillosa historia de amor y música ambientada en la Cuba prerrevolucionaria, que se extenderá hasta el exilio estadounidense.

 

 La primera vez que vi anunciada esta película supe que la tenía que ver enseguida. Puede parecer anecdótico el hecho de que sea animación, pero la temática musical y la preferencia por el dibujo evidencian un gusto estético y un aprecio por la belleza que promete muy buenas expectativas. Expectativas, por cierto, que no serán decepcionadas.

El trabajo es excepcional en la elaboración del cóctel compositvo de la obra. La ambientación socio-política y la indagación en las conductas de los personajes dan a la historia un calado del que carecería de ser una simple historia de amor superficial. Por otro lado está el del dibujo y el color, con las formas simples y redondeadas que caracterizan a Mariscal, consiguen otorgar un contorno suave y curvo a los movimientos que va muy bien con el sentido general del film.



La música merece mención aparte. La acción se encuadra en una época riquísima musicalmente, en que el jazz se influenciaba de la música tradicional cubana y el ambiente estaba lleno de nuevos interprétes y futuros genios. Aparecen personas como Chano Pozo o Tito Puente. Para la elaboración de la banda sonora se decidió recrear la música de aquella época de nuevo, en lugar de utilizar grabaciones. Esto se agradece como espectador, ya que la música no es en este caso un elemento secundario, sino esencial.

En resumen, tenemos una preciosidad para los amantes del arte. La historia principal acompaña el sentimiento esencial que connota la suma de todos los elementos utilizados. Hilando con buen gusto cada puntada, el resultado son 94 minutos de sensaciones cálidas y suavemente emotivas.


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